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Disturbing Interludio


Y ahora que me busco, que escucho cómo la voz me habla, que la vacío, que la encierro y después la nublo y hasta la amordazo para que no pronuncie palabra, para que muda se quede, para que dentro de su confusión se estacione, levite en el vacío de un lenguaje que desconoce, porque yo soy el mundo, la totalidad de mis días, el temor de las horas , el mundo que empieza y acaba en mí , el mundo que llevo encima como una piel, pegado, como una risa oculta en las palabras, un mundo del cual yo soy el centro, un mundo donde mudo me aligero, donde mentido acabo en mi lengua retorcido, retorcido me encuentro he dicho, he dicho más cosas y he dicho que acabo con mi lengua llorando, con mi lengua deshecho acabo, contrahecho, malformado, esquelético arrastrando una voz como si fuera un cuerpo que no es mío, doblado, ocultando una voz que fue odio algún tiempo, un movimiento en el aire, tal vez una estocada precisa en el centro de mí mismo, en el universo entero de este cuarto que me aniquila cuando lo veo puesto en murmullos inundado, cuando desde afuera me contemplo escandalizado, ausente bajo burla superlativa de mí mismo, como terapia sin fondo, como lenguaje embustero, donde no he de buscar por no haber siquiera inventado un terreno para pisar sin que los pies me dolieran. Por eso la escritura se me ha ido, porque me escondo, porque me escindo porque la puerta se cierra en las noches y dejo afuera la basura, y no me importa si apesta, sólo le temo a las cucarachas que en verano salen de sus escondrijos; y en eso, después de la búsqueda del tesoro, de la humillación hecha por la carne, de la lengua, de la que tiro para no mirar al suelo, es que no he tomado la suficiente altura, y es que no caigo ni me elevo, es que estoy en el cuarto del cual yo solo soy el soberano, el tirano, el dictador, el déspota ilustrado de mis ideas, el burlador, el demiurgo que crea y me destruye a medida que la tinta se desparrama sobre un cuerpo mutilado, amputado de ideas claras y humillado en excrecencias. Celebré un lenguaje ha tiempo, denuncié un mundo, otro que estaba fuera de mí mientras me hacía un hombre, mientras ensayaba un canto, un grito o lo que fuera; celebré el llanto con el que el cuerpo pide alimento, salí al punto para hacerme hombre, llevar conmigo mi lengua y aniquilar todo a mi paso destructor, a mi paso manipulado ampuloso. Salí en silencio sin adiós y con una sed que me arrancaba la lengua. Y no fui crucificado, al tiempo me distraje, sentí en la lengua el sabor estático de sus adentros: allí bebí, en el silencio me quedé, lloré unos días cual marica errado, después su calor me hizo hombre, y entonces padecí y fui sepultado: la seguí hasta el último rincón de un cuarto desde donde condeno el universo.

La seguí, convidado por su aroma, la seguí invitado a desaparecer en el tiempo de la ausencia, la seguí para que el tiempo me invitara a dormir tranquilo, a repasar la noche y envolverme en su compañía; me distraje, fui suyo como mi sombra cuando aparece en el sol, fui suyo para desperdigar el momento en que era un hombre en busca de una lengua, confusa más que nunca. En la lengua me deshice, a la lengua me encomendé para no olvidar el nombre de las cosas, y las cosas empezaron a crecer, a tener muchos nombres, a emitirlas en silencio mientras adentro me dominaba el miedo y su impulso. Agotado quedé, sumergido quedé, desde su respiración pruebo la mía y me sacia cada vez que mi animal me somete. He tenido alimento, he comido de su mano con el cuidado de no verme avergonzado con la humana necesidad de destruirle la mano, de arrancarle la piel, la epidermis del poro que me embriaga, de sus poros como abismos desde los cuales me precipito sin altura y sin caída, porque es mentira, porque es lenguaje que me enajena, que me bate en su idea y me destruye en su cárcel, es lenguaje sobre el cual me erijo, como una verga grande, enorme, monstruosa y descomunal; soy una lengua larga que se sacia en la contemplación. Así la mentira fue subiendo, construyendo su enigma y su grito de independencia, su estertor inhumano cada vez que hube padecido con la silueta de aquel que fui cuando no era hombre: una mentira del tiempo y lugar sereno para dominar el miedo y su persecución.

Entonces, entregado, embelesado por su delirio fue ella quien atrapó mi cuerpo erigido de lenguaje, mi cuerpo avergonzado por sus excrecencias. Y qué temor que me haya visto así, en soberana calma, en calma chicha, en posturas corporales tan chocantes, con la lengua de fuera escurriendo baba, porque ese no era yo: yo soy el hombre desde donde emana el universo, yo soy el único indivisible, ahora y aquí que desmenuza teorías con afán científico, dentífrico, específico; yo soy el que da la vida, fertiliza, construye un mundo con sus fluidos deícticos. Te construyo porque poseo todas las lenguas, porque en mi afán constructor, en mi ingeniería lingüística, te proveo de existencia, te construyo para mí mismo, te inmolo y te sacrifico en mi ritual escritural en el que te busco inteligentemente en una ausencia que no alcanzas a destruir con tu lenguaje. Y no es eso. Lo anterior es simulación, mentira total, absoluta, cósmica, alardeante porque el universo no está en mí porque tú me vas inventando, porque tu lenguaje me fortifica, me hace un hombre pendenciero, y me da un lugar en la historia de mis días, donde el yo encolerizado se aborta y te habla al oído.

Comentarios

Anónimo dijo…
chanfle esto si me mato...

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