Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de 2011
Correr por las nubes En el libro de memorias What I talk when I talk about Running (2007) de Murakami he leído unas de las justificaciones más sinceras sobre el proceso de la escritura: escribir es como correr. Escribir no es correr pero sí es una actividad de largo alcance. Escribir es extender los dedos sobre la página y comenzar a hilar ideas que antes de serlo no eran más que intuiciones de todo lo que creíamos tener, pero sólo nos ocupamos por mera aproximación. He comenzado a correr hace muy poco como para pretender tener un reconocimiento en el terreno deportivo, más ahora que me aproximo con contundencia a los cuarenta y el cuerpo no se apiada. Inicié hace dos años para ser exacto. Sin embargo, el primer año lo hice como cuando empecé a escribir, más bien dotado por el entusiasmo y la desesperación de saber que tenía que ir a algún lado y hacer algo con las palabras que me salían de la boca. En mi época juvenil nunca pude correr porque me faltaba el
Lo real maravilloso: del casino al turismo ecológico El tour real de Calderón ha sido ensombrecido por otro tipo de realeza, una donde el azar atrapa a sus condenados para trazar una gramática real, del terror. Una masacre en un casino “royale” que muestra la eficiencia con la que los sicarios han perfeccionado sus mecanismos para asesinar.  Lo interesante de las manifestaciones del mundo no es que se den como hechos aislados sino de qué forma la realidad resuena, cómo dentro de las figuras que construyen la realidad, el paralelismo existe sin pretenderlo, por azar, como muestra del poder de dios para nombrar qué es lo real y desde dónde se reparte la realeza. Entiendo que esta reflexión llegue a destiempo y que carezca de la novedad pertinente; sin embargo, la elaboro para quitarme un peso de encima, para ejercer una resistencia a través de las palabras y nombrar acontecimientos que me rebasan. Me rebasa el término realidad y todos sus derivados. La muerte ahora resulta
La rebelión de los na®cos Uno de los primeros y quizá el único en brindar una definición y atención al fenómeno de los nacos ha sido Monsiváis. En un artículo publicado en 1976 en la revista La cultura en México hace un recuento de lo que ha podido ser su estética y sobre todo quién es aquel al que se le denomina el naco. Según él, el vocablo es una versión apocopada de la palabra totonaco y denota el componente indígena de aquellos que lo portan pero con la salvedad de que son un fenómeno, un engendro de la civilización, o cuando menos de los esfuerzos civilizadores de los no nacos. El término es en definitiva peyorativo y tiende a señalar el nivel educativo, de una subcultura de un grupo que ha estado presente desde antes de la llegada de los españoles. Los nacos, los indígenas ya sin ese componente autóctono que tanto ha sido ponderado por el rescate de todo tipo, son el engendro de la ciudad de México cuando ésta tuvo su auge rumbo al progreso después del vac
My little Dinosaur He pensado que estoy avergonzado por no poder decir nada. En cierto sentido lo estoy. Desde que empecé este experimento narrativo había tratado de decir cosas que más o menos valieran para algo. Algunas han sido el caso y otras cosas se han quedado en el mero devaneo. Creo que lo que me ha sucedido es que he sido silenciado por México. Tengo pesadillas absurdas, sueño por ejemplo que estoy perdido en una colonia impronunciable en la ciudad de México a la que llegué por mero equívoco, que me pierdo en las conexiones del metro, que tomo la salida equivocada y que en las escaleras eléctricas llenas de humanidades absortas en su propia contemplación mundana me voy nulificando hasta desaparecer en uno de tantos vagones. Sueño que todos me miran y descubren que estoy perdido, que no debo hablar con nadie porque notarían que hay algo en mí que no cuadra. Me siento solo y me dan ganas de huir, de salir corriendo pero no sé adonde y entonces me paralizo. Mi parálisis tal ve
Mi historia personal de la literatura sudcaliforniana La historia de la literatura sudcaliforniana está demarcada por el aislamiento y el poco contagio del mundo sudca con el del macizo continental. No hemos tenido ninguna figura que haya conquistado los reflectores y todos aquellos que han hablado (mal) de sus experiencias en aquellas landas han sido vistos como apóstatas de algo que nunca comprendieron. Por su posición geográfica está más cercana a ser una isla que una península. Sus mil millas famosas por una carrera de coches tienen el toque de la inhospitabilidad y el sufrimiento de sus recorridos a lo largo de toda una tira desértica cuyos parajes sólo sorprenden por su falta de ser humano entre cada poblado, alejado cada uno por unos cien kilómetros de distancia. Baja California Norte, como nos gusta llamarla, es otra historia, precisamente por su cercanía a los Estados Unidos y al paradigmático California. Allá pasan otras cosas que sólo nos unen cuando los de arrib
El hombre y la poesía La historia de la literatura es una suerte de encuentros y desencuentros con los momentos claves de la vida de su propio autor. Su historia personal es una reconvención de los mecanismos que hacen de la historia una multiplicidad de nombres y de espacios discursivos fortuitos. Los últimos acontecimientos poéticos del mundo mexicano han sido marcados por la tragedia y por la reflexión activa. Van desde la indignación hasta la despotricación y descalificación ad hominem de todos los mecanismos de impartición de justicia. Las marchas para exigir algo que no debería siquiera ser puesto entre dicho parece que dan un poco de esperanza a todos aquellos que asistieron (aunque los hechos sigan desmintiendo esa necesidad de reivindicación humana). Así la poesía y su sistema hacen su aparición para recordarnos que hay poetas que han hablado y mostrado toda clase de arrebatos ante lo que sólo son espectadores. En estos momentos es inevitable hablar de muertes, asesinatos y v
Lo más frágil del ser humano es la vida. Con ella la muerte siempre se hace presente como recordatorio de que el mundo es inestable. Cuando se piensa en ese estado incierto se espera que una fuerza suprema sea de lo más benevolente y que la vida abandone los cuerpos cuando sea inminente: una muerte “natural”, una muerte que sólo confirme la ley de la vida cuya importancia más estratégica sea la procreación y después la ausencia. La vida interrumpida con violencia es el tema de todo lo que se consume en los medios de comunicación. Los ejemplos son numerosos y no valdría la pena corroborar sus incidencias. La muerte es el mercado de la vida. Su interrupción muestra cómo el vivir puede ser absurdo pero el morir un último dolor cuya superación nunca ha sido confirmada. El famoso “thriller” no es más que su manifestación más comercial. Las armas son extensiones de nuestra fascinación por la muerte y por el control de la vida. Determinar cuándo y bajo qué circunstancias se habrá de constat
El JJ no se ríe. Su imagen reta a la cámara para ser exhibido como uno más de una aristocracia que ha decido cambiar de equipo y jugar con el número 3. Es más alto que los policías que se ocultan la cara tras unas máscaras y además, también, es blanco, otro güero residente de los Estados Unidos, que según dice la nota del Universal tiene récord criminal por traficar con mariguana. Es más corpulento que sus verdugos y seguro tiene más mundo. Fue capturado, dicen también el gobierno mexicano, sin un solo disparo, como si el JJ ya supiera que el gobierno mexica le iba a echar el guante. Lo que más llama la atención es su vestuario. Es una foto claramente mediática y con representación simbólica. El JJ, al igual que su compinche, escogió salir a posar con la marca de los narcos: “Polo”, haciendo alarde de derroche monetario y del porqué nuestra juventud aspira a ser como ellos. No sólo exhibe su piel blanca por las mangas cortas con las que se retrata, sino a la piel que se coge: l
Patrimonio Nunca he visto la muerte. Dicen que es rígida y que la tez palidece para acartonarse. El calor que se busca de un cuerpo desaparece y deja de existir una persona. Sin embargo ¿cuándo es que existe una persona? No fui al funeral de mi padre, no percibí su agonía y nunca oí sus últimas palabras. Su vida fue una constante degradación, así como la de todo el mundo. No habló conmigo en su lecho de muerte. La última vez que conversamos por teléfono se había repuesto de una segunda embolia (tal vez una cuarta no recuerdo), dicen que los viejos son más dados a sobrellevarlas. No pude entender su voz entrecortada. Me dijo algo como para reconciliarse conmigo, como si hubiéramos sido un par de viejos conocidos, yo su subordinado, que con el tiempo habíamos tenido que reencontrarnos. No pude evitar pensar que me decía lo mismo que a todo el mundo. Su voz me llenó de pena, no por ser mi padre el que me hablaba sino por oír a un hombre al final de su vida, también sentí pena por mí. No