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Mostrando las entradas de febrero, 2015

La inminencia del aplauso o la revolución sí será televisada

Uno de los primeros en demandar aplausos fue el comediante Memo Ríos que al terminar cada uno de sus sketches en verso los pedía como fase transicional de uno a otro. Era una especie de válvula de escape que se filtraba después de la presión de contar un mal chiste. Desde entonces pedir aplausos inmerecidos ha sido una costumbre de quienes detentan el poder. Lo que más llama la atención no es que los medios de comunicación ya no aplaudan, sino que el que los necesita los pida de manera pasiva agresiva. Tal vez ahí radique la novedad del aplauso inmerecido, su demanda, su ausencia, su nostalgia. Peña Nieto, como entidad risible en la que se ha convertido, ostenta la necesidad de ser nutrido por el aplauso de otros que nunca han tenido conciencia ética porque nunca había hecho falta. Como argumentan algunos medios internacionales, Peña Nieto no se entera que no se entera, Videgaray se entera pero no le importa porque finalmente sólo juegan con el marcador legal, con la parte q