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Mostrando las entradas de marzo, 2006
Jisus , el inmigrante salvador Cuando transitaba dentro del geografía sureña del valle de Tennessee me sorprendió descubrir la cantidad enorme de merolicos que, en aras de la conversión de los impíos como yo, se ponían a vociferar y recitar citas de la Biblia. En sus diatribas (que escuché con morbo un par de veces), las referencias al único discurso autorizado salían de sus bocas como misiles dispuesto a destruir todo lo que no fuera el amor de Jisus. Recorrían aquel libro sin ningún pudor histórico y se movían del conocido Nuevo testamento al viejo siempre que hubiera necesidad de ello. Cuando era necesaria la violencia para castigar a los carentes de espiritualidad verdadera, dado nuestra tendencia al libre pensamiento, recitaban pasajes referentes al Dios de los ejércitos; pero cuando hablaban de ellos mismos, hacían hincapié en la bondad de Jisus que los rescató de su vida vacía de consumo mundano y les dio un sentido. La gente de la universidad, lugar predilecto de estos su
La Vorágine ataca de nuevo Arturo Cova, el poeta de La vorágine , en su imaginario viaje al centro de la selva, en medio de los delirios que daban la fiebre y el odio contenido hacia una mujer que primero lo burla y después lo mueve a recobrarla una vez raptada, articula, o cree articular, una frase en la cual él se fusiona con el otro. Con esto demuestra no sólo un espíritu solidario revolucionario, sino que afirma la imposibilidad de entregarse a una lucha desde un terreno en el que --a manera de solipsismo--, sólo será escuchado por unos cuantos. Éstos asentirán con la cabeza la tremenda infamia que es la explotación del hombre por el hombre: Arturo imagina ser un cauchero explotado, así en un estado catatónico dice “yo soy cauchero, siempre he sido cauchero.” En esta declaración de igualdad desigual, de mentira disfrazada, sube como un globo para mostrarnos los intentos por los que diversos grupos contenciosos se vean hermanados en un solo concepto: Revolución, implantación de
Antenna : la verdad sobre el mundo He elegido transcribir un fragmento de Javier Marías en donde muestra su postura acerca de la realidad y, más específicamente, de la verdad frente a la mentira. Al transcribir este fragmento, mi intención, humilde sobre todo, es presentar una opinión de alguien que se ha ganado el derecho de que su opinión sea cuando menos publicada y, mucho mejor, leída por despistados como yo, que concurren a ver cuál es la opinión de otros a los que cuando menos se les lee --aunque lo hagan despistados como yo que también pueden tener opinión. Por eso, los tipos como yo buscamos las opiniones de los demás, no por inseguridad, sino para decir que yo también pienso lo mismo que ese que ya tiene la autorización de hablar. El fragmento, entonces, dice: “¿Por qué hoy todo el mundo acepta y cree con gran alegría? … me atrevo a avanzar la siguiente intuición: nuestro mundo ha sido invadido, vencido y colonizado por las ficciones, hasta el punto de que ya no soportamos que
Meditaciones paradisíacas La fuerza de las palabras es un acto que llena de vida a los corazones solitarios de quienes desvalidos piensan que el mundo les promete toda una serie de delicias para ser aprovechables a corto o mediano plazo. Inevitablemente pienso en el paraíso y sus promesas. Me pregunto cómo podría materializarse un lugar de esa naturaleza. Puedo recapitular algunos textos del imaginario popular, la vox bruti como la llamara Ibargüengoitia, de la masa irredenta, que dan una visión de aquello que podría figurar como paraíso. Recuerdo un “texto” que me llegó de la “sabiduría popular” una vez que le preguntaron a un malandrín, de apodo el Chido, que explicara su concepto de paraíso. No hace falta exponer la definición insulsa que dio el malandro sobre el particular, sólo destacar que el contenido de su “idea” tenía que ver con el acto reproductivo ininterrumpido, algo así como un sostenutu , con doncellas hermosas veinteañeras, lujo, sonidos estridentes, ocio y sobre todo