Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de febrero, 2006
El poder de su firma* A una de las actividades a las que me he dedicado con asiduidad ha sido la práctica constante de mi firma y nombre; a adivinar, groseramente, cómo y cuándo veré mi nombre impreso en la portada de un libro imaginado. Me entrego a esos devaneos existenciales cuando en un sábado por la noche no tengo nada mejor que hacer que practicar mi caligrafía. Recorro cada papel que encuentro para imprimir la firma que me sacará del anonimato y que, con suerte y un poco de contactos, aparecerá en la portada de un libro cuando mi vida esté cerca de su final. Imagino mi nombre teniendo un respaldo y una reputación, lo imagino siendo transformado en un nombre desde el cual la autoridad ejerza todo su poder para condenar, exaltar, motivar o condenar, la ineptitud de los otros. Por eso practico el peso de mi escritura, desde mi ser autorial perdido en el este de Tenesí donde, sin ancestros, mis desarraigos comienzan a gritarme más fuerte todavía que no soy parte de este mundo, aunqu
Verde que te quiero verde: apuntes sobre la diversidad de las almas e n la diversidad de los tiempos La diversidad es una plabara que puede parecer un poco peligrosa. Como puede llegar a ocasionar desatinos turísticos, es, la mayoría de los casos, una amenza para los que no pertenecemos al engranaje; para aquellos que, traspasando la frontera,o mejor dicho la barrera no sólo geográfica sino además lingüística, hemos aparecido en esta tierra. Más concretamente en el Sur del territorio imperial, junto a la frontera que divide los ricos de los pobres. Ellos y nosotros. Al formar parte de la diversidad mi espíritu debía verse en ocasiones ensalsado y en otras disminuído, dependiendo el tópico sobre el cual se ventilara el tono de la conversación. Debo decir que apelo a los problemas lingüísticos porque han sido los que más me han aquejado en los últimos años de estadía en este cinturón, no de miseria como a los que estado acostumbrado, sino de oración y beatitud protestante. La lengua es
Mi Perfil Griego
Mi amiga la Credulidad Recuerdo la indignación de una com pañera de aula en mi primer año de posgrado en el sur de Estados Unidos cuando un compañero feo, panzón, desaliñado y gringo, comparó la credulidad de los griegos y de los judíos. Los primeros con culto a Zeus y los segundo con un culto a Jehová. La compañera crédula ofendida dijo, en plena clase como quien disfruta la confirmación de un axioma, “Zeus es mitología”. Lo que quería decir, justamente, era que el dios de los ejércitos, el sanguinario Jehová no lo era. Que Zeus, estaba descubierto, no había existido y no había hecho la tierra, y no había creado todo el universo, y era un dios pagano y que eso sinificaba que el verdadero era Jehová. Su certificado de autenticidad se basaba en la existencia de un supuesto hijo suyo –de dios por supuesto— que había muerto en un cerro, poco tiempo después que Zeus, por toda la humanidad habida y por haber. La explicación del mundo que proponía Zeus y sus secuaces no era lo suficientement