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Mostrando las entradas de marzo, 2008
Alguna vez me sentí desdichado porque mi vida no se parecía a los modelos que ponderaba, esos que son marcados desde un principio: una lectura a temprana edad, una biblioteca de un abuelo, una tradición rica en conectes que me impulsaran a la cima de la vida literaria y, de golpe y porrazo, a un reconocimiento mozuelo por parte de quienes repartían las cartas de calidad literaria en el país. Tampoco la mía sería la historia de aquel chico de extracción humilde que conquistaría la fama con su pericia y adulación ajena, con la calidad y la gran sensibilidad que se adquiere cuando se está muriendo de hambre. No, mi vida transcurrió al lado de unos cambios de residencia constante. Padres concetados con gobiernos locales y poco interés en la cultura, que era vista como entretenimiento para señoritas. No he logrado ningún reconocimiento, ni tampoco escribir páginas memorables por su calidad discursiva, ni de un dechado de imaginería como para crear personajes que no existen, y tal vez, ese s