Ir al contenido principal


Lo que quedó del año


Los años se acaban y sus contemplaciones aparecen como augurios de algo que fue y que a través de su constatación son establecidos en una especie de inmovilidad que los preserva. Por eso la formulación de lista sobre personajes, libros o películas que inmortalizaron el año empiezan a circular, más como comprobación de que se está vivo aún y que no sólo se la pasó uno contemplándose al espejo (aunque haya sido el caso de muchos). No gozo de ninguna tribuna autorizada por ninguna corporación o grupo que valide y valore mis opiniones, por lo que lo que yo diga o deje de decir no tiene la menor importancia salvo para aquel que crea que la tiene sólo porque me conoce. Así, no pienso hacer ninguna lista que diga qué es lo que valió la pena en el 2010, sino tratar de hacer una reflexión sobre lo que tan difícilmente se puede historiar: los gustos personales. Al mismo tiempo, el problema mayor al que se enfrenta un crítico “judicial”, siguiendo la terminología de Northrop Frye, es el creer que lo que a él le guste es lo que vale la pena. Aquí los problemas se complican dado que el crítico judicial es validado sólo por él mismo y aquellos que lo siguen y comporten sus opiniones como si fueran dogmas y, otra vez, que su opinión está sustentada en algo que sólo el propio crítico supone que es importante para erigirse como tal. Habiendo puesto sobre advertencia a aquel que se ha topado con esta disquisición procedo a hacer un intenso acto de magia para rescatar de la memoria horas perdidas y atrapadas frente a algo cuadrado (hoja o pantalla).

Después de una intensa búsqueda por lo nebuloso de los recuerdos sólo puedo hablar con entusiasmo de un solo autor, Ted Chiang, que para mí fue una de las grandes revelaciones que he tenido desde que leí a Borges por primera vez hace ya 20 años. Chiang, escritor de ciencia ficción que se ha mantenido con bajo perfil desde que empezó a escribir, ganó el Nebula Award y el Hugo Award por dos cuentos que se compilaron en 2001 en un extraordinario libro que se llama The Stories of Your Life. El diálogo con Borges es claro pero en todo momento superado para dar paso a una voz sólida dentro de la ciencia ficción especulativa. Chiang es un escritor con una inteligencia asombrosa que la lleva a los límites de sus propia especulación. Fuera de Chiang sólo han habido decepciones que aumentan mi entusiasmo por su pluma. Las historias de Chiang son de esas que todavía nos hacen mantener la fe en que la literatura sirve para no aburrirnos de manera inteligente mientras nos degradamos haciendo lista y pensando que el día de mañana será mejor, aunque más cercano a nuestra muerte.

¡Salud!

PS. Lo siento amiguitos, en español no he leído nada que merezca ser comentado, ni siquiera a vuelo de pluma. Ahí échenle un ojo a lo que dice GRANTA, que no me incluyó como joven promesa, pero seguimos porfiando.

Comentarios

Anónimo dijo…
Ya ves...."all that meat and no potatoes" como bien cantaba Fats Waller

Entradas más populares de este blog

Teoría de la soledad Una de las funciones de estas redes sociales como Facebook y, el mayoritariamente usado por los hispanohablantes, Hi5 es percatarse cuán solo está uno en el mundo. Esta revelación en realidad no es nada nueva, sólo la manera de comprobarlo. Por supuesto gozo de “perfiles” en ambos lados, en los que sólo tengo escasos 10 amigos, de los cuales 5 son prestados, 3 son familiares, una es mi esposa y el otro es mi amigo de la Facultad. ¿Por qué entonces me empeño en tener un lugar en el espacio cibernético? no lo sé… supongo que sólo por estar “in” y que no se me tache de anticuado a mis juveniles 36. A veces estoy más preocupado por lo que puedan pensar de mí (esos 5 amigos prestados) que lo que en realidad quiero hacer (como se dijera por aquí, seguro son  mommy issues ). Así, este contacto internáutico que se manifiesta en un lugar virtual, sólo me ha servido para morirme de envidia por la cantidad de amigos que los demás ostentan cuando entro a revisar sus “perfiles”
De Pavadas Hoy es uno de esos días raros del mundo anglosajón masificado. Llevamos alrededor de 7 años haciendo como que celebramos o nos enteramos de que existe, este día que llaman “Thanksgiving” y que la mejor traducción de todas en español sería Navidad Anticipada. En cualquier caso, la costumbre nos ha llevado a parar a lugares insospechados y a rituales en los que cada persona dice por lo que debe estar agradecida, sin saber si quiera quién es la persona o sus circunstancias. Se supone que es cuando los gringos se reunieron por primera vez con los indios para no morirse de hambre. Desde la perspectiva humanista de esta gente, (he hecho una encuesta con mis alumnos) creen que los que se morían de hambre era los indios y no los pioneros. Después de saciarles el hambre con sus guajolotes, que sólo veían como pájaros salvajes, algo así como ver avestruces, los pioneros decidieron matarlos a todos por su gentileza. Gracias a este gesto de saciar el hambre del hombre blanco –y tal vez
Pater Familias Con la paternidad el mundo y su pedagogía devienen en una suerte de expresiones maniqueas. El mundo se vuelve un lugar de absolutos y de aseveraciones tajantes. Cosas por las que jamás me había preguntado se transforman en material debatible para mostrar la intolerancia y la angustia de ser padre. Las explicaciones que se tienen que dar deben encuadrarse dentro de un esquema de intelección infantil, que no siempre resulta asequible, sobre todo cuando todas ellas estuvieron ausentes dentro de la propia infancia de quien tiene que facilitarlas. Los números de libros que hablan sobre cómo uno debe educar a sus hijos se multiplican, mientras los programas de televisión en donde los niños, que han dejado de serlo para convertirse en monstruos, son domados por una especie de super mamá salvadora, nos recuerdan que la paternidad puede ser algo doloroso. De ese modo, el universo del padre se convierte en un reino de aproximaciones y, la mayoría de las veces, fracasos. Hoy más q