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Piedra de sacrificios

Mis hermanas me dicen que mi madre miente, que está paranoica porque dice que sus vecinos son narcos. Dice que la espían y que le quieren robar su casa y entrar a llevarse lo poco que queda y con ello llevarse el honor de la familia, porque nosotros sí somos de buena familia y ellos sólo tienen un dinero que nos han robado. Mi madre, que todo lo predice desde su paranoia acertada, nos ha quitado el pensamiento maniqueo de pensar que los delincuentes viven en zonas marginadas de la sociedad para regresar donde está la buena gente, los buenos, a cometer sus fechorías. Hace más o menos seis meses un operativo puso tras algún tipo de rejas, que esperamos sean las correctas, a uno de los ayudantes de aparente peso específico del cártel de Sinaloa. Mi hermana menor entre escandalizada y con una risa incrédula me dijo que lo habían aprendido en el Fraccionamiento de Fidepaz y que además era conocido como el ingeniero X. Mi escándalo derivó en certeza de que los clamores de mi madre no estaban tan errados, que posiblemente sus vecinos de enfrente estaban, finalmente, vinculados con algún tipo de narcotraficante. Hace dos años que fui, no pude descubrir nada fuera de lo normal; sin embargo, la información de Fidepaz me hizo reflexionar un poco más en lo absurdo de las situaciones donde el delincuente vive un vida llena de miseria. Confieso aquí que lo que había articulado como imagen mental llegaba más a ser producto de alguna mala película sobre el tema. No hacerlo significaría que no se ha hecho nada para tener una mejoría social y que el hecho de entrar en ese negocio no tendría su recompensa inmediata.

Ahora parece que ya están entre nosotros, o cuando menos entre mi madre, y que no podemos hacer nada para mantenernos al margen. Finalmente México ha surgido como aquello que los otros, Estados Unidos y Europa, han querido ver en esa cornocopia geográfica: un lugar violento, que de fama en fama ha podido establecerse como un nuevo destino para la comprobación de darwinismos sociales: los indios son peligrosos. Ya lo dijo José Alfredo, en México “no vale nada la vida, la vida no vale nada, se empieza siempre llorando y así llorando se acaba…” y así como en Guanajuato la vida no vale nada, la vida se ha abaratado de forma escandalizante en la frontera norte de donde son mis ancestros, al grado que el “pozolero”, por ejemplo, disolvía cadáveres (¿exquistos? –Are you being sarcastic?) por 50 dólares la pieza, y por 30 dólares en Monterrey el narco manda cerrar las calles con barricadas de autos robados para forzar a que el ejército se marche. He leído en dos publicaciones de los más respetables en Estados Unidos el mismo texto escrito por Anónimo sobre cómo el nivel de descomposición social ha llegado a unos niveles que lo mejor sería cambiar de país para conservar el pellejo. Sin embargo, el mexicano es una suerte de arraigos y atavismos que sólo él conoce y maneja con sus propios paradigmas: ser mexicano es nacer y morir en la misma colonia y si se puede en la misma cuadra mejor. Así que la emigración sólo se practica como último recurso y siempre con la esperanza de volver para no tener que hacerlos más. La descomposición social y el estado fallido en el que vive México es más que alarmante, no en un sentido turístico que es lo que más preocupa a Estados Unidos, porque de cualquier manera sus recursos ya están comprometidos por los malos jerarcas del gobierno de cualquier sigla, sino en el atraso con el que ese mismo valor nulo de la vida nos pone. La consigna más efectiva para reclutar jóvenes de acuerdo con Élmer Mendoza es “más vale cinco años como rey que cinco como buey”. Una vez más el valor de la vida es lo que debe considerarse. A la vida hay que buscarle valor, no ya sentido que es más duradero que el valor, pero ese valor va a depender de la realidad para conseguir promesas sensoriales que alejan más y más de una noción de humanidad alejada de una pulsión por la satisfacción física, ¿o es que sólo de pan vive el hombre?

No puedo culparlos por dirigir sus humanidades fallidas hacia esas decisiones, sino sólo pensar cómo el futuro los ha puesto en ese predicamento, un predicamento ayudado por un sistema institucional que no resuelve sus iniquidades: un estado fallido para una humanidad fallida. ¿Esa balanza podría ser justa? ¿Pero entonces es que hablamos de problemas morales? No, si los narcos no dejan de ir a misa ni los del PAN tampoco. ¿O es que finalmente el darwinismo social tiene razón y el caso de ser fallido viene desde un origen atávico que sigue en las venas de un mexicano que no sabe para qué está en el mundo, sino sólo que vale por lo que tiene? Proponer una educación sonaría desconectado con la realidad, e incluso despreciable por tratar de resolver todo con una solución a largo plazo que propone una mejoría intangible para un país que indica que la educación es ignominiosa y que sólo estorba. México ha caído en el bache histórico del que difícilmente salga, somos los colombianos del siglo XXI más temidos que nunca en la frontera, una frontera que engendra bárbaros. Al gobierno central no le importa, la sociedad civil tiene miedo, pensar que sólo te toca si eres parte de su negocio es ya una falacia con la que se consuela el que quiere seguir viviendo. El gobierno siempre ha tenido la culpa y ahora más que nunca que ha demostrado que sólo sirve para corromperse y con ello llevar a todos los que salen a la calle creyendo que no les tocará a ellos. Ahora tal vez lo que sucede con los 100, 200 años de Revolución e Independencia es que nada de esas dos luchas, fundamentalmente la de la Revolución, se ha cumplido y que México responde a una serie de ciclos violentos cada 100 años por lo que este último es lo que queda de los días aciagos que los aztecas tenían cada 52 años. ¿Será entonces que la modernización cambió los atavismos mexicanos por una numeración decimal para estar en sintonía con las nuevas perspectivas de Occidente?

Comentarios

Anónimo dijo…
Ya lo dijo José Alfredo, en México “no vale nada la vida, la vida no vale nada, se empieza siempre llorando y así llorando se acaba…” y así como en Guanajuato la vida no vale nada, la vida se ha abaratado de forma escandalizante en la frontera norte de donde son mis ancestros, al grado que el “pozolero”, por ejemplo, disolvía cadáveres (¿exquistos? –Are you being sarcastic?) por 50 dólares la pieza, y por 30 dólares en Monterrey el narco manda cerrar las calles con barricadas de autos robados para forzar a que el ejército se marche.

Élmer Mendoza es “más vale cinco años como rey que cinco como buey”.

que México responde a una serie de ciclos violentos cada 100 años por lo que este último es lo que queda de los días aciagos que los aztecas tenían cada 52 años.

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Pues muy bien, mi querido Chilavert; una pelota muy complicada. Pero es lo mismo donde estas ahora en ese mundo academico excepto que hasta ahora no se baten a tiros pero con cartas, palabras y correos electronicos y chismesitos de puticas de esquinas en los pasillos.

Como dirian en ingles...."a self-fulfilling prophecy", muy metateatrico el asunto de Mexico con sus ciclos y predicciones y toda esa onda. Ya vi perder a los ninnos de la serie mundial de beisbol ante Japon; la ultima entrada, quedaba solo un out, ganaban uno a cero y......perdieron. Al otro dia se juntaron con los jugadores de Puerto Rico a comer comida mexicana excepto que los boricuas pidieron que no les pusieran jalapenos a lo suyo.

A llorar y llorar y llorar pero siempre cantando para hacer del llanto una alegria. Quizas por eso los boricuas no querian jalapenos, para no tener que llorar ni del pique.

Y tu madre tenia razon, en mas de una.....


Esta es........La Voz

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