El horror
La política me aburre y me aburre la manera de hacer las cosas que tienen los políticos. Me causa impotencia saber que no puedo hacer nada porque perdería mi tiempo y tal vez hasta llegaría a corromperme con facilidad. Es un trabajo ingrato y como nadie quiere hacerlo llegan los peores. De Haití no tengo nada que decir, salvo que la justicia divina parece estar del lado de quienes más tienen y olvida a los que menos tienen, tal vez a la postre eso sea Dios, la riqueza y la blancura. Aquí Haití recuerda a Nueva Orleans, sobre todo porque los negros se organizaron para tratar de recuperar lo poco que les había quedado, con eso me refiero a la dignidad. Bush no hizo nada porque al final no eran de Estados Unidos; eran de África avecindados en el Sur y al sur al sur… sólo hay leones, animales salvajes.
Antes del terremoto Haití no era nada, ni siquiera se sabía que era la misma isla compartida por los dominicanos que gracias al béisbol la gente ha oído hablar de ellos; según he escuchado ni siquiera los dominicanos los toleraban, tal vez por pobres y faltos de toda humanidad. Ahora Haití es parte de la causa mundial y pedir dinero para que llegue a Haití ha derivado en una serie de esfuerzos que nadie sabe de dónde salió tanta filantropía, sobre todo de Bush quien ha abierto un fondo de ayuda a ver si su familia ya le perdona el deshonor que les causó por ser el peor presidente de Estados Unidos. La pobreza ajena es lo que más cautiva a todo occidente, lo que llaman aquí Western Civilization, donde los pobres no existen o si existen es por su falta de educación y sobre todo su color de piel.
Los pobres de esos países representan realmente la personalidad de toda una nación y es de cualquier manera lo que el mundo quiere ver. Se ve la prensa con morbo y se pregunta uno cómo es posible vivir en condiciones tan degradantes, cómo, después de haber perdido lo poco que tenían, pueden dormir a la intemperie sin exigirle al gobierno que les de algo. Se les ve como se admiran a los animales de circo, con una mezcla de estupor e incredulidad. Ver pobres y especialmente del país más pobre del hemisferio occidental hace de su contemplación un espectáculo de afirmación del darwinismo social que le encantaría a Hitler corroborar, verlos sufrir es aún más devastador. La pregunta es si de verdad sufren como los occidentales, como aquellos que sí son personas, que tienen voz, que su voz se extiende hacia otras latitudes donde pueden ser oídos.
Ayudar ahora está de moda y es algo políticamente correcto. Yo ya he hecho mi parte, aunque sigo comiendo carne. He contribuido con un dólar en varios establecimientos a la hora de pasar por la caja… no mucho para no sentir que en realidad estoy ayudando y tampoco nada para no sentir que soy un egoísta, aunque en realidad dar activa la egolatría, por eso la gente cuando ayuda se siente bien. También hice ejercicio por 90 minutos con la consigna “90 minutes ride for our Brothers in Haiti” la verdad es que coincidió con el ejercicio que hago todos los sábados por la mañana. La Barbie de al lado quemó más calorías de las que normalmente se exige y gritó con mucho más entusiasmo cuando nos preguntaba la instructora que si cómo nos sentíamos… Yo no pude pedalear con su enjundia, me dolía la cabeza pero al ver las noticias sí he sentido que las cosas no están bien repartidas, que hay problemas de distribución de riqueza y de repudio hacia la piel. Tal vez si hago un poema me sentiría mejor, tal vez si lo olvido me sentiría menos miserable por no sentir nada por el hombre real; así ocultaría mi vergüenza de emocionarme más por las palabras que escribieron muchos antes que yo que por la tragedia de un pueblo gobernado por intereses, intervenciones e invasiones particulares. Las historias de rescates que han televisado son de aquellos que estuvieron atrapados en la ONU y en la embajada de Estados Unidos, donde los rescates fueron prioridad. Las demás historias no importan porque no fueron parte del heroísmo con final feliz. Lo único que puedo hacer es esperar a que Dios, el sanguinario, el devastador, acabe de sepultarnos de una buena vez con su infinita justicia; esa de dar a cada quien lo que no merece, y hacer mía la frase del Coronel Kurtz en Apocalypse Now: “ The horror… the horror…”
¿Qué hace a un hombre ser humano?
The Hollow Men
I
We are the hollow men
We are the stuffed men
Leaning together
Headpiece filled with straw. Alas!
Our dried voices, when
We whisper together
Are quiet and meaningless
As wind in dry grass
Or rats’ feet over broken glass
In our dry cellar
Shape without form, shade without colour,
Paralysed force, gesture without motion;
Those who have crossed
With direct eyes, to death’s other Kingdom
Remember us—if at all—not as lost
Violent souls, but only
As the hollow men
The stuffed men.
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