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Mostrando las entradas de junio, 2006
La pedagogía del oprimido En realidad busco una noción que me pueda explicar mis circunstancias y mis carencias, unas voces que sean liberadas en torno a los cánticos de una masa enardecida por la atmósfera ocasional. Una masturbación repentina, un sueño erótico adúltero, una culpa que me guíe hasta el final de los días, cuando decida ser confesado ante el lecho de muerte. Al establecer el camino de las líneas en las que iba la dirección de mi tiempo, me pude percatar que una historia debía ser descrita a medida que pasaran las cosas. Así, ver cómo me voy construyendo en unas palabras que me descubren ante aquellos que no me han leído. Una vez que me hayan descubierto podrán o no marcar, tachar o no, añadir o no, aquello que no haya escrito porque el poder de la sugerencia es ese: el añadido, el extracto de un lindo lapso en el que una historia fue corriendo, se hizo hombre y nunca se sentó a la derecha del padre ni se hizo Dios ni vendrá nunca. Los días se han acabado; los días se i
En el país de los sueños Me refería antes a las historias que se pueden imaginar u oír desbalagadas y que no tienen o no tendrían por qué tener correlato en la existencia llamada real. Oí por ejemplo una vez que esto, los Estados Unidos, es visto como el espacio en donde los sueños se vuelven realidad. Por sueños me refiero a los que se construyen cuando el dinero se erige de por medio. Oí de albañiles que ahora construyen un mundo hecho de tablarroca y madera; de mujeres que trapean los pisos de lo que ellas consideran restaurantes de lujo. He tratado, confieso que sólo en la imaginación, de captar su esencia o lo que yo creo que es su esencia. Me siento desautorizado para echarles a perder el banquete de su mesa. Pienso que mis inconsistencias no tendrían por qué ser las suyas, aunque al mismo tiempo siento que sólo por mi deseo puedo llegar a especular lo que tengo debajo. La situación se muestra a todos los niveles: desde educación alta hasta la más ínfima. Perseguir un sueñ
Wanted Buscar es un verbo que lleva consigo una salvedad escalofriante. “Se busca” rezaban los anuncios de las películas de vaqueros que vi muy pocas veces. “Se busca” era la consigna, a aquel que se buscaba veía con asombro y autocontemplación su retrato. Después se mostraban una serie de persecuciones de aquello que buscaban al que aparecía en el retrato. Por supuesto que aquellos que buscaban eran representantes de un poder justiciero, positivo, encarnados la mayoría de las veces por algún cherife o un vengador anónimo tipo Bronson. Decía que buscar tiene la salvedad o el riesgo, por otro lado, de no encontrar. Buscar y encontrar aparecen como un binomio de causa y efecto. Se supone que cuando se está buscando el objetivo final es encontrar, algunos más místicos diría el encontrarse. Mucho de mi vida he creído estar del lado de los buscadores, de aquellos que, en representación de un poder absoluto, buscan algo valioso. Con mi juventud al hombro me encuentro buscando algo que no he