Pater Nostrum
El poder del padre amenaza y trastoca la vida del hijo que busca, más que su aprobación, la generación de un conflicto cósmico que los coloque frente a frente, confrontando tiempo con tiempo, muerte con vida, horror con fascinación. La imagen del padre constituye una de las primeras imágenes del ogro, del monstruo que llegará para expiar y subsanar los problemas irresueltos. A través de la fuerza, mostrará la impotencia del hijo para autorregularse pensando en su incapacidad como elemento incompleto. Sin embargo, al mismo tiempo existe la esperanza de que el padre, como ser monstruoso, tenga escodida la sabiduría que necesita para externar una piedad, una misericordia que lo reivindique y que constate su superioridad frente al hijo. Saturno devorando a sus hijos es la representación del miedo para que el hijo vaya con cuidado a afrentarse con el padre. Este Saturno monstruosamente nos enfrenta al mundo del dolor, primer impulso que hemos tenido, o tendremos que enfrentar para abandonar la casa familiar, espacio regulado por las leyes del padre, construida por sus manos, recordándonos que existismos gracias a una misericordia. Saturno devora a uno de sus hijos, hambriento y enloquecido, le ha arrancado la cabeza, desmembrando su razón, fragmentando aquello que pueda llevar a derrotarlo. Se ha comido el brazo completo y la mano del hijo. Saturno ha aumentado su valor alimentándose de sí mismo, negando su descendencia para volver a ser, para liberarse del rival más poderoso, de su acérrimo enemigo, él mismo.
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El corsario negro