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Mostrando las entradas de enero, 2011
El JJ no se ríe. Su imagen reta a la cámara para ser exhibido como uno más de una aristocracia que ha decido cambiar de equipo y jugar con el número 3. Es más alto que los policías que se ocultan la cara tras unas máscaras y además, también, es blanco, otro güero residente de los Estados Unidos, que según dice la nota del Universal tiene récord criminal por traficar con mariguana. Es más corpulento que sus verdugos y seguro tiene más mundo. Fue capturado, dicen también el gobierno mexicano, sin un solo disparo, como si el JJ ya supiera que el gobierno mexica le iba a echar el guante. Lo que más llama la atención es su vestuario. Es una foto claramente mediática y con representación simbólica. El JJ, al igual que su compinche, escogió salir a posar con la marca de los narcos: “Polo”, haciendo alarde de derroche monetario y del porqué nuestra juventud aspira a ser como ellos. No sólo exhibe su piel blanca por las mangas cortas con las que se retrata, sino a la piel que se coge: l
Patrimonio Nunca he visto la muerte. Dicen que es rígida y que la tez palidece para acartonarse. El calor que se busca de un cuerpo desaparece y deja de existir una persona. Sin embargo ¿cuándo es que existe una persona? No fui al funeral de mi padre, no percibí su agonía y nunca oí sus últimas palabras. Su vida fue una constante degradación, así como la de todo el mundo. No habló conmigo en su lecho de muerte. La última vez que conversamos por teléfono se había repuesto de una segunda embolia (tal vez una cuarta no recuerdo), dicen que los viejos son más dados a sobrellevarlas. No pude entender su voz entrecortada. Me dijo algo como para reconciliarse conmigo, como si hubiéramos sido un par de viejos conocidos, yo su subordinado, que con el tiempo habíamos tenido que reencontrarnos. No pude evitar pensar que me decía lo mismo que a todo el mundo. Su voz me llenó de pena, no por ser mi padre el que me hablaba sino por oír a un hombre al final de su vida, también sentí pena por mí. No